En la guerra de Siria, así como en todos los conflictos bélicos, la propaganda y la mentira se convierten en eficaces armas de guerra. Esta arma es más perdurable con ocasión de una agresión imperialista, y se pone al servicio del bando agresor, ya que los embustes son difundidos por los grandes medios de comunicación “independientes” que escriben al dictado del poder. De este modo, se consigue que regímenes criminales como el saudí y el israelí sean aceptados y tolerados por la comunidad internacional, que gobiernos legítimos y democráticos como el venezolano sean difamados como si fueran sanguinarias e indefendibles dictaduras, que la resistencia palestina sea tratada como si fuese un conjunto de bandas terroristas, o que los grupos islamofascistas que cuando actúan en Madrid, Londres, París o Bruselas son tratados por todo el mundo como terroristas, sean considerados como “oposición” o “rebeldes moderados” cuando intervienen en Siria. Para ello, basta aceptar como un axioma incuestionable cualquier información difundida por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), que tiene su base de operaciones en Coventry, en Reino Unido, y que está compuesto por una sola persona».
Por ello, la Comisión de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de España considera que el Ayuntamiento de Madrid ha cometido un grave error político al otorgar a una falsa organización humanitaria, conocida internacionalmente como «Cascos Blancos» de Siria, una cuantiosa donación de bienes de propiedad pública y un reconocimiento social que no merece, en absoluto.
Esa entidad fue creada, y financiada con generosidad desde 2013, por los países de la OTAN, principalmente Estados Unidos y Reino Unido, que son los principales responsables de la escalada de violencia y agresiones que ha llevado a este país árabe a una sangrienta guerra destructiva que ha costado la vida a más de trescientas mil personas según fuentes de organismos humanitarios y de la ONU. Con el objeto de servir a su estrategia (pudorosamente denominada como «cambio de régimen») tanto la USAID (dependiente del Departamento de Estado norteamericano), como el Ministerio de Defensa británico, destinaron enormes recursos materiales y financieros para crear una organización falsaria de «Defensa civil» que usurpa las funciones de la legítima y auténtica Defensa Civil creada en Siria hace sesenta y tres años y que merece todo nuestro respeto.
Mientras esos gobiernos reconocen haber armado a grupos terroristas, han creado en paralelo un grupo de «rescatistas» para contribuir a la guerra psicológica, a la propaganda mediática y al objetivo político de difamar al gobierno sirio y a sus aliados. Investigaciones fuera de toda duda han puesto en evidencia la vinculación de este grupo, «Cascos Blancos», con las bandas terroristas de ideología extremista salafí y takfirí, han recibido su ayuda, han participado incluso en asesinatos de personas del gobierno sirio, y han fabricado videos y materiales de propaganda completamente falsos para confundir a la opinión pública internacional. Este grupo no necesita ninguna financiación adicional, ya que recibe donaciones extraordinariamente elevadas en euros, dólares y libras esterlinas, y obtiene apoyo de gobiernos y de empresas privadas de relaciones públicas que lo promocionan internacionalmente para otorgarle un prestigio que no merecen. El protagonismo mediático de este grupo llegó a su paroxismo a fines del pasado año, 2016, cuando el Ejército Sirio y sus aliados se esforzaban en derrotar a los grupos terroristas que desde fines de 2011 habían sometido a una parte de la ciudad de Alepo.
El viernes, 27 de enero, se ha convocado en Madrid un evento organizado por Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), anunciado con el nombre “Madrid con Siria, por y para la Paz, que incluye una “Conferencia-Debate sobre la labor de Cascos Blancos que llegan desde Siria a Madrid”. Sorprende que representantes de los llamados «Cascos Blancos» hayan conseguido visado de entrada a España dado que el director de esta organización, Raed Saleh, fue rechazado por el propio gobierno norteamericano en el aeropuerto Dulles de Washington y devuelto a Estambul el pasado mes de abril de 2015 por su probada relación con grupos terroristas. Queremos creer que una organización como BUSF, que alardea de contar con una trayectoria de veinte años de rescates en catástrofes, no es consciente de con quién está colaborando en este evento, en el que también participan la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid.
No sorprende ni decepciona el apoyo de la Comunidad de Madrid, porque sólo puede defraudar una institución de la que se espera medidas positivas o a la que se reconoce sensibilidad social, y éste no es el caso, pero sí decepciona y preocupa la presencia del Ayuntamiento de Madrid que en cuestiones sociales y económicas tiene una actitud modélica pero que en asuntos de política internacional está cometiendo “errores” de bulto: desde el apoyo del Ayuntamiento a los líderes de la extrema derecha venezolana, a la adhesión a una presunta campaña antisemita promovida por el lobby sionista American Jewish Committee (Comité Judío Estadounidense), pasando por la concesión de un parque a los húngaros anticomunistas que se levantaron en 1956 contra su gobierno. Llueve sobre mojado.
Apoyamos toda iniciativa del Ayuntamiento de Madrid destinada a socorrer a la población que ha sufrido y padece los horrores de la agresión terrorista y militar a gran escala desatada contra Siria. Pero no podemos apoyar, y criticamos, que se respalde una evidente maniobra de intoxicación informativa que busca objetivos políticos injustos como derrocar violentamente al gobierno de Siria para instalar otro gobierno títere del imperialismo norteamericano, como lamentablemente ha ocurrido en Afganistán, Iraq, Libia y en las regiones de Siria ocupadas por grupos terroristas, como las provincias de Idlib, Rakka y Deir Ezzor.
Esperamos que el Ayuntamiento de Madrid rectifique su lamentable apoyo a este grupo de “Cascos Blancos”, dirija su esfuerzo a conseguir una eficaz solidaridad con el pueblo sirio y el respaldo real a una salida pacífica que ponga fin a la injerencia extranjera y a las sanciones injustas, y termine con el apoyo de Estados Unidos y sus aliados a grupos terroristas, de forma que se respete la soberanía de Siria y se ayude a la reconstrucción de un país que hoy está en ruinas.