Es ilusionante tomar la iniciativa ante inacciones o imposiciones. Esa es la esencia de la democracia: el pueblo opinando, eligiendo, decidiendo… y este es el caso. Corren vientos de consultas populares, corren vientos de consultas monarquía o república.
Y es que, si nos paramos a pensar, ¿cómo podemos saber el grado de aceptación o rechazo que la ciudadanía siente ante la monarquía? ¿Cómo podemos conocer el grado de aspiración de ser una república? Pues lo tenemos difícil, lo cual es muy sintomático. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) incluía hasta el 2015 una pregunta acerca del grado de aceptación que la población tenía sobre la monarquía. Desde entonces… silencio absoluto. Sin duda, hay silencios muy elocuentes.
Ante esta situación, en los últimos meses se han celebrado en distintos sectores, fundamentalmente universidades y territorios, ciudades, pueblos y barrios, consultas populares monarquía o república, para que todas las personas que quisieran pudieran emitir su opinión respondiendo en una papeleta a estas dos preguntas: “¿Quiere usted poder decidir la forma de Estado?” y en caso de que la respuesta fuera afirmativa la segunda pregunta: “¿Monarquía o República?”.
No se trata de consultas con la que se pretenda validez legal, son vías de expresión y participación ciudadana sobre una cuestión de máxima importancia en cualquier democracia: la forma de Estado.
Las universidades y numerosas ciudades y pueblos han sido la punta de lanza. Ya es el momento de organizar la convocatoria de una Consulta Popular Estatal Monarquía o República para que el conjunto de la ciudadanía se pueda pronunciar y decidir sobre la forma de Estado.
Con este objetivo numerosas organizaciones, colectivos y espacios unitarios nos hemos constituido en una Plataforma Estatal, amplia y plural, pro Consulta Popular, y nos hemos organizado para iniciar el proceso en cuatro grupos de trabajo: Llamamiento y Extensión, Difusión y Comunicación, Organización y Logística, y Reglas Generales y Asuntos Legales.
Para encontrarnos y hacer oír nuestra voz, para promover el debate y cuestionarnos lo que quieren que sea incuestionable: la monarquía en España. Y en democracia nada debe de ser incuestionable salvo la voluntad del pueblo.
