Durante los pasados días 26 y 27 de marzo concluyó el proceso de la XII Asamblea Federal de Izquierda Unida con la reelección de Alberto garzón como Coordinador Federal. En la actualidad, nuestro país vive un momento excepcional que podríamos calificar de emergencia democrática. Tras años de crisis de régimen, y en un escenario inédito, afrontamos la amenaza real de la extrema derecha.
A diferencia de la situación que vivíamos hace cuatro años durante la XI Asamblea de IU, se trata de una amenaza tangible y material, pues la extrema derecha es quien marca el tono y el ritmo del bloque de la derecha. Además, existe el riesgo añadido de que deje de influir en los gobiernos del PP y entre directamente en ellos. Esto supondría un retroceso cuantitativo y cualitativo en términos democráticos que se materializaría en el recorte de los derechos de las mujeres, de las personas inmigrantes y del conjunto de la clase trabajadora y los sectores populares, así como en el agravamiento de la crisis ecológica y medioambiental, uno de nuestros mayores retos como clase, país y planeta.
Hace cuatro años éramos conscientes de que en un contexto de crisis la solución reaccionaria era una de las salidas oligárquicas posibles. Sin embargo, no era la única, pues siempre ha estado latente una propuesta de salida ‘reformista’ que aspira a un “cambio sin cambio”. Esta fue la apuesta principal de una parte importante de los poderes económicos y mediáticos que fiaron al viejo bipartidismo y a Ciudadanos una recomposición por arriba para mantener intactas las estructuras de poder.
Frente a estas dos amenazas de cierre oligárquico de la crisis, mantenemos nuestra propuesta constituyente que apuesta, en última instancia, por una República que servirá para que las familias trabajadoras vivan con más derechos y en condiciones dignas. Mantener la propuesta constituyente no es solo una cuestión de voluntad, también de capacidad. Por ello, los hombres y mujeres de Izquierda Unida reafirmamos nuestra apuesta por la unidad como un instrumento imprescindible para combatir en las mejores condiciones posibles esta doble amenaza. Un instrumento imprescindible para la izquierda transformadora pero, sobre todo, para la clase trabajadora y los sectores populares.
Desde Izquierda Unida, también en Navarra, apostamos por la unidad democrática, esto es, por una unidad amplia y diversa que, desde el reconocimiento de la pluralidad, profundice en sus mecanismos de participación, deliberación y toma de decisiones. Esta unidad democrática es condición sine qua non para la construcción de espacios de socialización y comunidad que nos permitan, codo a codo, insertarnos en la sociedad civil y en la cotidianidad de la clase trabajadora. Aunque hemos conseguido avances importantes en los últimos cuatro años, desde la necesaria autocrítica debemos afirmar que queda mucho por hacer para construir unidad popular en la línea que planteábamos en la anterior Asamblea Federal.
Respeto y reconocimiento, desde estas coordenadas aportamos el imprescindible e irremplazable capital político de Izquierda Unida, una formación con un bagaje histórico de luchas y una militancia abnegada sin la cual no se puede construir ningún proyecto de izquierdas en nuestro país. Respeto y reconocimiento, desde estas coordenadas hacemos un llamamiento al conjunto de las fuerzas de la izquierda transformadora y especialmente a quienes conformamos el espacio de Unidas Podemos para avanzar en la construcción de espacios de encuentro y trabajo más democráticos y, por tanto, más útiles para las familias trabajadoras de nuestro país. Aquí en Navarra, tras los desastrosos resultados electorales de la izquierda alternativa en las últimas Elecciones Forales, el avanzar en la construcción de espacios de encuentro y trabajo se presenta como una necesidad imperiosa. Los firmantes de estas líneas consideramos que Izquierda Unida, haciendo gala de lo mejor de su tradición unitaria, debe encabezar junto con otras fuerzas políticas como Podemos Ahal Dugu o Batzarre un proceso de construcción de Unidad Popular en nuestra comunidad, en el que mediante un dialogo abierto y sincero con otras fuerzas sociales y sindicales enarbolen un bloque transformador de carácter estatal y vocación internacionalista.
Izquierda Unida siempre hemos sido una organización municipalista y, por lo tanto, consciente de la importancia del arraigo territorial. Sin embargo, en el actual contexto dicho arraigo territorial cobra aún más importancia; se vuelve determinante. El territorio es hoy una de las modalidades más importantes en las cuales ‘se vive’ la clase. Tenemos un proyecto integral de país, y eso nos obliga a dar respuesta al conjunto de particularidades territoriales, no solo a los retos inherentes a la realidad plurinacional, sino también a los propios de la España interior, de la abandonada y de la rural. La militancia de Izquierda Unida debemos estar presentes en el mayor número posible de municipios, pues en un país como España cualquier proyecto político con vocación popular debe asentarse sobre sólidas raíces territoriales y organizativas.
En este proceso asambleario hemos debatido de manera colectiva nuestras propuestas para Izquierda Unida, para el espacio conjunto de Unidas Podemos y para nuestro país. 750 reuniones territoriales y 2.300 enmiendas son cifras significativas que recogen el inmenso trabajo que ha realizado el conjunto de la organización una vez más, pero esta vez con dificultades añadidas. La XII Asamblea, también entre la afiliación de IU Navarra, arroja un apoyo mayoritario a la propuesta política y organizativa que encabeza nuestro compañero Alberto Garzón, y durante los próximos meses, el conjunto de afiliados y afiliadas de IU trasladaremos estas propuestas a nuestras distintas federaciones. Tras la finalización de este proceso salimos a la ofensiva con nuestra propuesta republicana, feminista y ecologista para hacer de España un país más democrático, más justo y fraterno, siempre con el socialismo como brújula.
Isabel Burbano, Carlos Guzmán, Maite Mola, David Álvarez y Ester Ripa, afiliados del PCE-EPK e IUN-NEB.