La clase obrera navarra está sufriendo las consecuencias de la mayor ola inflacionaria y devaluación salarial de los últimos 40 años. En apenas doce meses, los precios de los alimentos en la Comunidad Foral han crecido un 16,5%, un hecho que pone en jaque a miles de familias navarras. El principal motivo de esta subida es el incremento de los beneficios de las empresas, que buscan aumentar sus márgenes de rentabilidad a la vez que bloquean la negociación colectiva y se resisten a la actualización de los convenios con subidas salariales.
De hecho, las empresas están aumentando los precios por encima del aumento de los costes de producción, es decir ganando más a costa de la pérdida de la clase trabajadora que ve disminuido su poder adquisitivo ante el impacto del alza de precios. Así, el salario medio ha perdido capacidad adquisitiva en Navarra: desde 2020 ha caído un 4,6%, que trasladado a dinero supone 1.132 euros menos al año.
Por si fuera poca la subida de los precios de alimentos, electricidad o combustible, la inflación ha tenido otra fatal consecuencia para la clase trabajadora: la subida de tipos de interés en la que se empeña el BCE, que supone una espectacular alza de la cuota en las 80.000 hipotecas variables que hay en Navarra.
Este es el contexto con el que el sindicalismo de clase y el movimiento obrero navarro encaran este Primero de mayo. Un día simbólico que recoge las movilizaciones y conflictos que llevamos años protagonizando contra la pérdida de derechos y poder adquisitivo.
Los últimos meses han estado marcados por el conflicto entre los trabajadores de la Administración Pública y el Gobierno de Navarra, pero también por huelgas como las vividas en el sector de la gestión deportiva, el sector de Ocio y Cultura y Medio Ambiente, de las conserveras o la convocada en el transporte. No olvidemos tampoco las movilizaciones entre las trabajadoras del hogar o de residencias de mayores. Una vez más, el capital busca su rentabilidad a costa de la explotación de la clase trabajadora, con especial saña ante los sectores más vulnerables como el de las mujeres, los jóvenes o los inmigrantes.
A todo ello hay que unir la creciente incertidumbre en la industria navarra, que ha tenido en Gamesa o en Volkswagen sus dos casos más mediáticos y preocupantes a los que aún no se ha puesto solución.
Frente a esta realidad, hay que subrayar la importancia de la organización para la lucha, a través de los sindicatos de clase, desde los centros de trabajo de los diferentes sectores económicos y productivos, con el orgullo de pertenecer a la clase trabajadora.
De hecho, las movilizaciones, esa unidad sindical, social y política no han sido estériles. Gracias a ellas, se han conseguido convenios dignos en numerosos puestos de trabajo, pero también avances para las familias trabajadoras como la reforma laboral, con la recuperación de la ultraactividad indefinida y la prevalencia de los convenios sectoriales, o políticas públicas que están obteniendo importantes éxitos en creación de empleo digno y estable. A pesar de las mentiras de la derecha y la ultraderecha, los datos son históricos: gracias a los ERTE y a la reforma laboral ya hay en España 20,4 millones de personas trabajadoras activas (la cifra más alta de la historia), con la mayor subida histórica del Salario Mínimo Interprofesional (un 47% hasta alcanzar los 1.080 euros en 14 pagas).
Estos logros no podrían entenderse sin la alianza impulsada por IU y el PCE, que ha obligado al PSOE a forjar alianzas con el sindicalismo de clase. Alianzas que se han traducido en la lucha contra la mercantilización y ‘uberización’ de las relaciones laborales a través de la Ley Rider o en el sostenimiento y mejora del sistema de pensiones públicas; sin olvidar el avance que supone la nueva Ley de Vivienda.
Aún así, evidentemente, queda mucho camino por recorrer. Hay que seguir avanzando en materia de políticas sociales y laborales en favor de la mayoría trabajadora, ya que la desigualdad y la injusticia social es consustancial con el sistema capitalista, sobre todo de su vertiente neoliberal. Ante los cambios tecnológicos hay que repartir el empleo, rebajando la jornada sin pérdidas salariales. Frente a décadas de neoliberalismo y socavamiento de la soberanía política y productiva de nuestro país, es esencial democratizar la economía para avanzar hacia el socialismo. Nacionalizar la banca y los sectores estratégicos de la economía, así como la extensión de un fuerte sector público productivo e industrial, con más poder de decisión para la clase trabajadora.
Para conseguirlo, llamamos a la movilización este Primero de Mayo con los principales sindicatos de clase. Una movilización y una lucha sindical que debemos implementar con la lucha política e institucional. En ese sentido, los trabajadores no podemos renunciar a ninguna herramienta para mejorar nuestras condiciones de vida y para conseguir la emancipación de nuestra clase. La calle es importante, pero los centros de trabajo y las instituciones también. Por ello, los avances conseguidos a nivel estatal deben marcar el camino en Navarra para la consecución de una Gobierno autonómico de izquierdas comprometido con los intereses de las familias trabajadores.
Isabel Burbano y Fernando Irisarri, Secretaria Política y Secretario de Movimiento Obrero del PCE-EPK Navarra