Afrontamos otro 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, con datos espeluznantes en el conjunto del Estado. En lo que va de año, las mujeres asesinadas por violencia de género en España son ya 52, una de ellas en Navarra, la vecina de la Rotxapea Zhen Jiang.
Siguen, además, aumentando el número de denuncias por violencia contra las mujeres registradas en Navarra: tanto las físicas, las psíquicas o las que tienen que ver con el quebrantamiento de la orden de alejamiento, como las sexuales, casos en los que gran parte de las víctimas son niñas y menores de edad.
En contraposición a los importantes avances en materia legislativa (tanto en Navarra como en España con la ley del ‘Solo sí es sí’) y al auge de la movilización contra la cultura de la violencia contra las mujeres, este aumento de casos responde al reforzamiento de los discursos y políticas negacionistas de la violencia machista, negando incluso la existencia del mismo patriarcado.
En ese sentido, hay que recordar que la violencia de género es provocada por la alianza criminal entre patriarcado y capital, la división sexual del trabajo, la desigualdad de condiciones sociales y laborales y por la cultura que pone al hombre en el centro como elemento principal de la sociedad.
El discurso negacionista, del que Navarra no es ajeno, viene al rescate de esta alianza criminal, porque la lucha de las mujeres por sus derechos humanos convoca a millones de personas y abre una brecha en el modelo de sociedades capitalistas, desiguales y patriarcales. Nuestro avance, nuestras victorias y nuestra determinación han removido la necesidad del capital y patriarcado de valerse de la extrema derecha para tratar de hacer descarrilar la propuesta de transformación feminista.
Esta negación implica esconder todos los tipos de violencia que se ejercen contra las mujeres y que presenta distintas manifestaciones, incluida la prostitución, la pornografía, el alquiler de úteros, la violencia contra los derechos reproductivos, la ‘ciberviolencia’ o la violencia vicaria, en la que los hijos e hijas de las mujeres son instrumentalizados para maltratar y ocasionar un dolor extremo a sus madres, como en el reciente caso del niño Mateo Apestegui, presuntamente asesinado por su padre en la Sierra Urbasa.
A pesar de los avances arrancados al patriarcado tras décadas de dura lucha feminista en Navarra, tenemos que dejar claro que esta Comunidad Foral no es un territorio libre del discurso negacionista. Por ello, desde todos los ámbitos debemos seguir poniendo en marcha políticas públicas integrales que eduquen y prevengan en todas las esferas en las que nos socializamos para garantizar que todas las mujeres podamos tener vidas dignas y libres de violencia.
Son plausibles las últimas propuestas dadas a conocer por el Gobierno regional en relación a un Plan de Coeducación que garantice un modelo de escuela en igualdad o el protocolo que se prevé implantar en los centros de salud para detectar de manera temprana este tipo de violencia, pero de nada servirán si no van acompañadas de un seguimiento, de la colaboración con el conjunto de los agentes implicados y de un desarrollo programático que los lleve a todos los rincones de nuestra autonomía.
Con el objetivo firme de ‘ni un paso atrás’ contra la violencia machista, el Ejecutivo foral y los ayuntamientos navarros deben dar pasos acordes al reto que vivimos actualmente, donde la violencia se vive en las calles, en las casas, en los puestos de trabajo, pero también en las nuevas tecnologías. Por ello, ese Plan de Coeducación debe poner las bases para terminar con esa escuela de sexo en que se ha convertido la pornografía para los y las menores de nuestra tierra.
A pesar del patriarcado, del capitalismo y de los partidos negacionistas o asimilados, el feminismo avanza en Navarra y en el conjunto de España, como hemos podido ver con la respuesta social al beso no consentido a la futbolista Jennifer Hermoso. Este ‘se acabó’ lleno de lucha llega a este 25N para hacernos más fuertes y estar más unidas contra la barbarie. Un ‘se acabó’ que este año lanzaremos junto a las mujeres y a las niñas palestinas, que necesitan un Estado que pueda asegurar las garantías de una vida digna y libre del genocidio israelí.
*Esther Ripa. Responsable del Área Feminista del PCE-EPK en Navarra